Me fascinan las maneras de pensar y articular sus pensamientos del narrador. Como se puede ver en la novela y como nos dice Marías en la entrevista en The Paris Review, los pensamientos desviados no son tan inútiles como parecen. Siempre hay un cajón de salida y el narrador en la novela regresa a este cajón pese a la fuerza o magnitud de su gimnasia mental. Es cierto que irse por las ramas tiene efecto profundo al texto y al desarrollo de los personajes porque los pensamientos libres muestran la verdad y autenticidad de lo que leemos. Durante estos periodos de salir de lo convencional, averiguamos la realidad sobre el mundo literario de Marías en que nos intentamos meter; por ejemplo el narrador y la obsesión con librerías de viejo, los pies de Clare Bayes, y los pensamientos de la chica en el tren provocado por la noche en la discoteca. Todas esas cosas nos hacen creíble la novela y sus motivos (i ausencia de motivos) y todas están desarrollados cuando el narrador se va por las ramas.
A veces me resulta difícil que sigamos la carrera mental del narrador y a veces pienso que borrar estas secciones mejoría la novela, pero al final siempre reconozco la importancia que tiene al cuento. Más que nada, estas porciones me facilitan escapar en el mundo literario y sentirme como conozco a los personajes y los lugares escritos.
Friday, September 26, 2008
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